La urgencia del perdón

El otro día me encontré a un tipo que conozco, su esposa lo dejó por otro hombre. Y él todavía trae puesto su anillo de bodas. Y como que tiene la esperanza de, tú sabes, "lo vamos a superar", y ese tipo de sentimientos. Está tratando de convencerse a sí mismo de que todo va a estar bien. Pero no parece que ella vaya a volver. Y esta otra amiga mía, se la pasa diciéndome que ella no tiene el mismo tipo de creencias que su familia, y cada vez que va a una reunión familiar, dice que todos le dan la espalda. Y se ponen groseros y se enojan y dice que se pone muy fea la situación y siempre se va llorando. Parece como que todos los que conozco tienen heridas. Y algunos no son la gran cosa, sólo necesitan superarlo. Pero mucha gente tiene heridas grandes, serias y profundas. Y el otro día estaba hablando con esta chica que conozco, una amiga mía, y a media conversación me dice, "¿Sabes? A mí me violaron". Podemos, podemos especular por qué pasa todo eso, y por qué la gente hace esas cosas y podemos tratar por siempre de entenderlo. Pero creo que lo que queremos, lo que queremos es ser liberados de esto, ¿no? Queremos estar vivos y saludables y completos. Es decir, no quiero que algo que alguien me hizo determine cómo va a ser mi vida, ¿y tú? Porque algunas veces son cosas grandes y otras veces son cosas pequeñas, tal vez en tu caso fue sólo un comentario sin importancia de alguien que ni siquiera conoces, pero tal vez fue alguien que de verdad amabas o que aún amas y te dejó; o tal vez fue un socio de negocios que tomo el dinero y huyó; o un pariente que abusó de ti o un amigo que te dio la espalda. Y como que tratas de no pensar en eso, pero luego, si eres como yo, terminas pensando en eso más que nunca. Y como que queremos dejar todo eso atrás, pero, ¿cómo? ¿O alguna vez te ha pasado esto? Piensas que ya lo superaste, piensas que estás bien, que ya está en el pasado y luego te encuentras a la persona o encuentras algo que te los recuerda y te recuerda lo que te hicieron y entonces todo regresa peor que nunca y tú creías que ya lo habías superado. Pero ahora, estás peor que nunca y la herida está abierta otra vez y duele más que nunca. Y eso se vuelve un día o una semana o años más tarde, y se vuelve como parte de ti. Es como si no te lo pudieras quitar o dejar atrás. Y tarde o temprano lo que pasa es que la venganza se convierte en nuestra única esperanza, y entonces ya no somos libres. Yo no sé qué cargas, y no sé qué tan doloroso es o qué tan pesado o qué tanto tiempo lo has estado cargando, pero mi pregunta es o creo que nuestra pregunta siempre es: ¿Dónde estaba Dios cuando me pasó esto? Y en el libro de Salmos dice que los ojos de Dios están sobre las naciones. Y en el libro de Proverbios en la Biblia dice que los ojos de Dios están en todas partes. Así que sea lo que sea que te hayan hecho, cualquier mal que nos hayan hecho a cualquiera de nosotros, Dios lo vio, Dios estaba justo ahí. En este libro de Romanos, capítulo el escritor dice: No tomes venganza, sino deja espacio para Dios. Es como si el escritor estuviera diciendo, déjaselo a Dios, deja que Dios se encargue de eso. Como que es una buena idea, pero no es muy fácil de hacer, ¿verdad? Es porque la venganza, la venganza es como parte de nuestro mundo, ¿verdad? Es decir, hablamos así todo el tiempo, decimos cosas como, tú sabes, romperé el récord o les daré una lección o aprenderán a no meterse conmigo. Y es que hablamos así todo el tiempo. Pero piensa en la venganza, piensa en la venganza en los niveles espirituales más profundos. Es decir, la venganza es en realidad decirle a Dios: "Dios, no confío en ti para manejar esta situación, esta persona me hizo mal y no puedo ir a ti porque no sé qué es lo que harás con esto". Y entonces la venganza es como decirle a Dios: "No solamente no confío en ti, sino que además si tomo venganza entonces puedo determinar lo que pasa aquí. Yo puedo controlar la situación". Y entonces, la venganza es como decirle a Dios, no confío en ti. Creo que de hecho yo puedo hacer tu trabajo mejor que tú. Y la otra noche, unos amigos míos, estábamos hablando sobre esto, esta idea de lo que es la venganza en realidad, en los niveles espirituales más profundos y de cómo es sólo una manera demente de vivir. Y uno de mis amigos comienza a contarnos esta historia. Dice que solía tener pelotas de golf en el compartimiento de la guantera en su auto, así que el iba manejando y si alguien le cerraba el camino. o hacia algo en el tráfico que lo hiciera enojar, entonces se les adelantaba, y luego se detenía enfrente de ellos mientras sacaba las pelotas de golf del compartimiento de la guantera y luego las aventaba por la capota, deseando que abollara el carro que le había cerrado el camino. Y todos nos estábamos riendo pero todos hemos hecho cosas así, ¿no? Cosas completamente locas porque estábamos tan resueltos a vengarnos y emparejar el marcador y la venganza no satisface, ¿o sí? Es decir, ¿alguna vez has emparejado el marcador de verdad? Es decir, ¿alguna vez te has vengado y luego sentido bien sobre ti mismo? Es porque la venganza no funciona, ¿verdad? Creo que esta es mi libertad, es tan esencial para las enseñanzas de Jesús. Y justo en el corazón de su mensaje está la simple afirmación de que Dios nos ha perdonado todos nuestros pecados, no retiene nuestro pasado en nuestra contra, porque ninguno de nosotros tiene las manos limpias, ¿o sí? Es decir, todos le hemos hecho mal a alguien. Pero con Jesús no hay condenación, no hay lista de equivocaciones, no hay juicio. Es como la cruz que es la manera de Dios de decir, no retengas tu pasado en tu contra. Algunas personas tienen una imagen errónea de Dios, como si Dios estuviera esperando sólo para castigarlos por cualquier cosa mala que hagan. Aún cuando se trata de hacer lo correcto, como en este caso del perdón, hay esta paranoia de que si pisan un poco fuera de la línea, Dios está esperando ahí para aplastarlos. Así que cada resfriado, cada accidente insólito, cualquier cosa mala que pasa, la gente asume que es Dios que los está castigando porque no estaban haciendo lo correcto en ese momento; o que todo es una clase de juicio o castigo. Pero esa no es la clase de imagen que Jesús pinta de Dios. Jesús nos da esta imagen de un Dios que está lleno de amor y gracia y misericordia, y perdón, quien continúa buscándonos y quien sigue insistiendo en que la mejor forma de vivir es a Su manera. Así que cuando perdono a alguien, les estoy dando lo que Dios me ha dado a mí. ¿Alguna vez has oído a alguien decir, sobre algo que les han hecho... Dicen: Sabes qué, tú no entiendes, lo que me hicieron a mí es tan horrible que nunca los voy a perdonar, no puedo perdonarlos por lo que hicieron. ¿Pero, y si Dios dijera eso? ¿ Y qué sobre esa gente, la clase de gente que nos lastima una y otra vez y puede que los perdonemos, pero ellos nos siguen lastimando? Hay un proverbio en la Biblia que dice, así como el perro regresa a su vómito, así el necio a su necedad. Es que algunas personas son destructivas y son tóxicas y nos van a herir y lo van a hacer una y otra vez, y tal vez la relación nunca vuelva a ser lo que era. Así que con esta gente, tal vez debemos establecer límites con ellos. Poner un poco de espacio entre nosotros, a algunas personas ni siquiera toleramos estar cerca de ellas. Porque perdonar no siempre es olvidar. Como en las relaciones más sanas, alguien le hace algo a la otra persona y se les pasa y siguen adelante y no es la gran cosa. Pero algunas veces perdonar es recordar y algunas personas seguirán volviendo a su vómito, y no tenemos que estar ahí cuando lo hagan. Si él te golpea o abusa de ti, tienes que salir de ahí, y necesitas salir ahora. Porque algunas personas son tóxicas y peligrosas, y tal vez necesiten vivir con las consecuencias de lo que han hecho. Es decir, puede que sea la forma en que Dios llama su atención. Así que perdonar es dejarlo ir, es dejarlo libre, es abandonar el deseo de venganza. Pero, finalmente, perdonar de verdad a alguien es desearle bien. Necesito desear que les vaya bien. Porque si todavía no soy capaz de desearles bien y desearles lo bueno, entonces en realidad sólo estoy esperando que los castiguen, y no los he perdonado. Tal vez el verdadero punto del perdón no se trate de otra gente, es decir, hablamos sobre dejarlos libres y dejarlos ir, pero tal vez el perdón se trata de mí y de ti, de nosotros. Porque cuando perdono a alguien y lo dejo libre, es como si yo me estuviera liberando a mí mismo. Es como si cuando los perdono y los libero del gancho, en realidad me estoy liberando del gancho a mí mismo. Si todavía sigo cargando todo eso, entonces estoy viviendo una vida miserable. No sé qué es lo que tu estás cargando o por cuanto tiempo lo has estado cargando, pero mientras pasamos por la vida nos lastiman y nos hieren y terminamos cargando esas deudas que la gente nos debe. Es como si las cargáramos a donde quiera que vamos y después de un tiempo, las bolsas se vuelven pesadas, ¿o no? Y pueden hacer que el viaje se vuelva agotador. Dios no te creó para que cargaras eso a todas partes, Dios te creó para ser libre, libre de amargura, libre de ira y coraje y venganza, libre de sentir que tú eres el juez del mundo. ¿Qué te parece si sólo dejas que pase? Es decir, tal vez tengas que hacer algo, tal vez es una llamada por teléfono o un e-mail o algún tipo de conversación cara a cara o tal vez haya un momento, en donde, en lo más profundo de tu ser, sólo digas, "no lo voy a seguir cargando ni un solo día más". Y puede que ese sea el primer paso en el largo proceso de dejar que pase, pero necesitamos perdonar y necesitamos comenzar hoy mismo, necesitamos hacerlo hoy, ahora. Perdonar es una acción, es algo que haces. Espero que perdones como te han perdonado a ti, que les des a otros lo que te han dado a ti, que liberes a alguien y te des cuenta que ese alguien eres tú y que lo hagas hoy, porque puede ser que mañana ya no tengas la oportunidad de hacerlo.