SERIE: Fe Victoriosa - Cómo hacer que su fe crezca


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SECCIÓN D3: CÓMO HACER QUE SU FE CREZCA

Basado en el Cayado del pastor, Por Ralph Mahoney



Capítulo 1

¿Cómo Crece La Semilla De La Mostaza?



Introducción

Una de las razones por las cuales el Señor nombra maestros, es para habilitarlos para tratar con la incredulidad. Cuando Jesús fue a Nazaret, la ciudad de su infancia y juventud, la Biblia dice: “No pudo hacer milagros allá por la incredulidad [colectiva] de ellos”.

Existe lo que se conoce por el nombre de incredulidad corporativa o de toda una comunidad que impide la operación de Cristo. Siguiendo este comentario, en el capítulo seis de Marcos leemos la declaración directa: “Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando”. ¿Por qué? Porque la enseñanza es el antídoto de la incredulidad.

No amamos a las personas por la incredulidad; las enseñamos por su incredulidad. Así que, necesitamos ser enseñados sobre la fe: sobre el potencial de la fe que hay en nosotros; sobre los principios que gobiernan el crecimiento y la fe; particularmente, sobre cómo aumentar nuestra fe.

Cuando Jesús habla acerca de la fe, Él siempre la relaciona con nuestras interacciones con otros creyentes. Si la fe va a crecer, requerirá el envolvimiento de nuestras relaciones con otros creyentes.

En Lc 17:3-4, Jesús lo enseñó a los discípulos.

En respuesta a esta enseñanza sobre el perdón y relaciones humanas, los apóstoles le rogaron al Señor: “Aumenta nuestra fe” (v 5).

Se necesita de la fe a fin de llevarnos bien con algunos santos que son contrarios. Como lo expuso un poeta algunos años atrás. “El vivir arriba con los santos a quienes amamos, ¡Oh, eso sería una gloria! El vivir abajo con los santos que conocemos, ¡esa es una historia diferente!”

Cuando Jesús comienza a hablar acerca de “vivir abajo con los santos que ellos conocían”, inmediatamente los apóstoles reconocieron su necesidad del aumento de su fe.

A. LA FE CRECE EN ETAPAS

El próximo versículo es probablemente el pasaje más mal entendido sobre la fe en las Escrituras: Lc 17:6.

El pasaje paralelo en Mr 11:23 no sólo menciona árboles, sino también montañas. No muchos de nosotros estamos reorganizando la topografía (moviendo montañas); por lo tanto, hemos “espiritualizado” este concepto de la fe que mueve montañas. Cuando no podemos hacer que una escritura obre, la “espiritualizamos”, trayendo la Palabra de Dios hacia nuestra experiencia, más bien que llevar nuestra experiencia hacia la Palabra de Dios.

Dios desea que Su Palabra obre. Lo dice en Jer 1:12. En otras palabras: “Respaldaré mi palabra para que obre lo que yo quiero” [traducción parafraseada]. Necesitamos descubrir este tipo de fe que “habla” y sucedan cosas.

El punto es este: Hay una “fe que articula” y está a la disposición de los hijos de Dios: “una fe que dice”.

Los expositores bíblicos han interpretado a Lucas 17:6 como sigue: “Se necesita una poquita de fe para realizar cosas grandes”. El problema con esta clase de doctrina es el siguiente: ¡No trabaja! Un “poquito” de fe nunca ha logrado cosas “grandes”.

1. Fe Como La Semilla De Mostaza

Algunos años atrás, descubrí que la traducción de Weymouth dice: “Si usted tuviera fe que creciera como un grano de mostaza...”. Cuando leí eso, el Espíritu me hizo entender la enseñanza de Jesús de una manera diferente [nueva]. Era una manera que nunca antes había escuchado a alguien explicar la fe.

Jesús no nos estaba diciendo que todo lo que necesitamos es un poquito de fe del tamaño de un grano de mostaza y, entonces, podríamos mover árboles y montañas. Por el contrario, estaba enseñándonos que la fe que crece como un grano o semilla de mostaza puede sanar a los enfermos, lanzar fuera demonios y ver las señales que han de seguir (Mr 16:17-20).

Tenemos un comentario divino sobre cómo un grano de mostaza crece en Mt 13:31-32.

Sabemos que la semilla o grano de mostaza es diminuto, pero Jesús dijo que cuando nacía y crecía hasta llegar a ser una planta adulta, es la más grande de todas las hortalizas, llegando a ser un árbol lo suficientemente cómodo como para alojar a las aves.

Cuando entendemos que no es una fe pequeña sino una creciente la que efectúa cosas grandes, entonces, viene a ser un concepto diferente de fe. Una fe pequeña hará algunas cosas; una fe grande hará cosas más grandes. Sin embargo, la fe ideal, de la cual Jesús estaba enseñando, es la fe creciente. Es de “fe en fe” (Ro 1:17) que progresamos hacia la fe perfecta y completamente madura.

2. La Fe Que Mueve Montañas

En 1Co 13:2, Pablo comenta sobre la fe que mueve montañas. Pablo reconoció que se necesitaría una fe completa, total, global, adulta o madura para mover montañas. Usted no mueve montañas con una fe del tamaño de una semilla, sino más bien con una fe creciente y completa. Se necesita una fe en su pleno desarrollo para mover una montaña. Pablo lo entendió y Jesús lo enseñó.

Durante este tiempo, los otros nueve apóstoles se quedaron esperando al pie de la montaña, y vino a ellos un hombre cuyo hijo era lunático. Esos espíritus del mal le hacían caer en el fuego, en el agua, etc.

Los nueve apóstoles trataron el exorcismo, pero no tuvieron éxito. El hombre fue a Jesús cuando descendió de la montaña y le dijo: “Y lo he traído [su hijo] a tus discípulos, pero no le han podido sanar” (Mt 17:16). ¡Qué denuncia (acusación)! ¡No le pudieron curar! Mt 17:18, 19.

Los discípulos en efecto dijeron: “Señor, le dimos al muchacho el tratamiento carismático completo: Lo sacudimos, dijimos en el Nombre de Jesús, e hicimos todas esas cosas y el demonio no salió de él. ¿Por qué?”.

La Versión de la Biblia en Español revisada por Valera dice: “Por vuestra poca fe...” (Mt 17:20). Sin embargo, esa palabra en la Versión del Rey Jacobo en inglés utiliza la palabra incredulidad, que en el griego original no es la correcta, sino la que usamos anteriormente “poca fe”, que es lo mismo que “fe sin desarrollar”.

Jesús no estaba hablando acerca de incredulidad (una fuerza negativa). Los discípulos no habrían tratado de echar fuera algún demonio si hubieran sido incrédulos. La incredulidad es algo negativo que duda, mientras que el problema de los apóstoles era el de “poca fe”.

Ellos estaban tratando, pero no con la suficiente fe que se necesitaba para hacer aquel tipo de trabajo. Así que, los discípulos no eran incrédulos, sino que su problema era que todavía su fe no se había desarrollado hasta la dimensión o esfera necesaria para bregar con aquel problema. Tenían “fe como una semilla o grano de mostaza”, pero el problema afrontado era del tamaño de un árbol.

Jesús continuó enseñándoles que a pesar de que su fe estaba sin desarrollar, si le hubieran permitido crecer como un grano de mostaza, eventualmente habrían podido decirle “a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada será imposible” (Mt 17:20).

En otras palabras, nada será imposible para usted si tiene una fe creciente o que ha llegado al pleno desarrollo, una fe que ha evolucionado, y continúa creciendo.

Una fe creciente es un concepto de la Escritura. En los escritos de Pablo, él nos habla en la siguiente metáfora: él dice que somos transformados “de gloria en gloria” y “de fe en fe” (2 Co 3:18; Ro 1:17). La fe crece en una serie de pasos o temporadas.

3. Dios Otorga Fe

Ro 12:3. La fe comienza con la medida del grano de fe que Dios reparte a cada uno de nosotros. El término “medida” viene del vocablo griego metron, que significa “una porción limitada”. Esta semilla (porción limitada o medida), es el don de Dios para cada creyente.

No hay cristiano que pueda decir: “No tengo fe”, ya que, la Escritura dice que Dios repartió a cada uno conforme a la medida de fe o semilla. Además, el respaldo de esta declaración está en Ef 2:8-9 Si usted es un creyente nacido de nuevo, esa semilla, medida y don han sido conferidos a usted.

4. Dos Clases De Fe

Existen dos clases de fe:

a. El Don De Fe. Uno es el “Don de Fe” mencionado en 1Co 12:9. Ese es el impartir soberano de un Don de Fe de parte de Dios a su persona.

b. Fe Desarrollada. La otra es la fe desarrollada. En este tipo de fe, si usted comienza con una fe de “5 pesos” y crece hasta una de “75 pesos”, entonces, puede tratar con cualquier situación que afronte hasta una fe de 75 pesos.

Por otro lado, si su fe no ha crecido progresivamente, sino que sólo ha experimentado un don repentino o “impartir” de fe en una ocasión particular, el desarrollo de su fe podría todavía estar en el nivel de 5 pesos.

Algunos todavía siguen recordando el gran momento singular de fe en el cual un poderoso milagro tomó lugar mediante ellos, quizás unos veinte años atrás; no obstante, su fe no ha crecido desde ese momento hasta el presente.

La fe soberana puede venir sobre usted en una situación dada, y un gran milagro será ejecutado. Pero cuando la situación haya pasado, para la cual usted necesitaba ese Don de Fe, la fe que le impulsó a operar tal milagro quizás ya no vuelva a residir en usted. La fe desarrollada es una que permanecerá con usted y obrará para usted en cualquier situación en la que se halle. Siempre y cuando el problema no exceda su nivel de fe en crecimiento, siempre será triunfador.

No obstante, así como sucedió con los discípulos, si usted se confronta con un problema mayor que su nivel de fe, puede que experimente la derrota.

B. LA FE CRECE POR OBEDIENCIA

Ahora debemos descubrir cómo la fe puede crecer en la vida del creyente. Vamos o crecemos de “fe en fe” y de “gloria en gloria”.

Un precepto bíblico que recordar, es el siguiente: Usted conocerá la gloria de Dios en su vida únicamente en proporción al desarrollo de la fe en su vida. La fe desarrollada producirá un aumento de la gloria de Dios, la cual, reposará sobre su vida y ministerio.

1. El Potencial En Una Semilla

El principio de una fe creciente puede ser ilustrado con la historia de la tumba del Rey Tutankamen.

El Rey Tutankamen fue un faraón egipcio famoso que fue enterrado cerca del año 1357 a.C. en una tumba de una pirámide extremadamente elaborada. Su tumba fue descubierta completamente intacta en 1922 por un arqueólogo inglés. En su interior, entre sus tesoros, se encontró miel, trigo y semillas.

Curioso por ver lo que había sucedido después de 3,279 años, el arqueólogo hizo que el trigo fuera sembrado en terreno fértil en las inmediaciones del Río Nilo. Allí recibiría la humedad y los nutrientes necesarios del suelo.

Dentro del período normal de madurez emergió una cosecha de trigo, una cosecha de una semilla de más de tres mil años de edad.

Aunque los granos permanecieron en estado latente por más de 3000 años, en su simiente había el potencial para producir y reproducir una notable cosecha. Todo lo que necesitaba era el ambiente apropiado en el cual crecer.

2. Tres Ingredientes Esenciales Para El Crecimiento

La ley natural del crecimiento nos enseña cosas espirituales. Un grano de trigo en el ambiente erróneo, jamás crecerá. Sin embargo, si se coloca en las condiciones apropiadas, no sólo crecerá, sino que cada vez que su semilla vuelva a ser sembrada en cada cosecha sucesiva, reproducirá eventualmente miles de fanegas de trigo.

Ese mismo tremendo potencial está encerrado en la semilla de la fe que Dios ha entregado a cada hombre. Lo que hagamos con ella determinará si crece o permanece como una semilla.

A fin de crecer, la semilla tiene que recibir nutrientes (suelo fértil), agua y luz solar. Estos son los tres elementos esenciales para el crecimiento natural y espiritual.

Metafóricamente, la semilla de la fe, a fin de que crezca, tiene que ser nutrida en el terreno de la Palabra de Dios [no de la letra, sino del Espíritu de revelación (Ef 1:17) sobre la Palabra] regada con el agua de la obediencia a la Palabra, y bañada por la claridad solar del amor de Dios que es derramado sobre nuestros corazones por el Espíritu Santo (Ro 5:5; Ga 5:6).

a. El Terreno: Escuchar La Palabra De Dios. Cuando hablamos de la Palabra de Dios como el terreno en el cual la semilla de la fe crece, no nos referimos únicamente a la Santa Biblia. Ro 10:17

En los libros proféticos del Antiguo Testamento encontramos la expresión frecuente: “La palabra de Jehová Dios vino sobre...”, el Profeta Jeremías, o sobre Ezequiel el sacerdote, o sobre Oseas, etc. Esto significa que la voz o palabra de Dios fue comunicada desde el Cielo a un hombre sobre la tierra, así como lo implica Romanos 10:17.

Ez 33:7 Dios no le dio un versículo bíblico a Ezequiel; por el contrario, Él le impartió una revelación, una “palabra” que él debería declarar al pueblo.

De la misma manera, la palabra de Dios puede ser comunicada a su persona subjetivamente (en su espíritu, mente y pensamientos), de tal manera, que ésta le haga conocer que Él le ha hablado específicamente.

Él puede hacer tal cosa a través de las Escrituras por medio de hacer que algún versículo arda en su corazón o llegue a ser algo vital en su interior, lleno de significado, consuelo o dirección. O podría hacerlo, como aparece registrado en las escrituras, por comunicación directa, por visión, por sueño o por visitación angelical.

Dios puede hablarle por medio de una voz audible o por medio de una tierna voz o simplemente por medio de impartirle una seguridad interna. En cualquiera de estas formas Dios le puede comunicar y le comunicará Su Palabra.

Hemos establecido tres cosas:

• Dios ha dado una medida o semilla de fe a cada uno de nosotros.

• La fe viene (es aumentada) por el oír la Palabra.

• Dios nos puede comunicar Su Palabra.

¿Cómo podemos escuchar esa palabra y hacer que la semilla crezca en el terreno de la Palabra de Dios?

b. Regándola Con Agua: Obedeciendo La Palabra De Dios. Primero que nada, tenemos que entender lo que significa oír. Ro 10:17

Pablo nos está hablando acerca del acto pasivo de escuchar un sermón predicado de la Biblia. Él no está sugiriendo que vayamos a la iglesia cinco veces a la semana a fin de que la fe crezca. Lo que Pablo está diciendo es que la fe viene por el oír lo que Dios le dice.

Escuchar, en este caso, no significa audio percepción (escuchar los sonidos y palabras) únicamente. El concepto va mas allá, significando “escuchar y actuar sobre lo que ha sido oído”.

La fe viene, crece y es demostrada y expresada por medio del escuchar y luego poner lo que se escucha en acción. En el griego, esto significa literalmente: “La fe viene por el oír y el obedecer la palabra de Dios [actuar sobre]” (Stg 1:22).

Cuando Dios habla, siempre hay un mandato imperativo en lo que dice; usted o actúa sobre tal orden, o la desobedece. Por ejemplo, un padre puede decirle a uno de sus hijos: “Hijo, hay un saco de basura en la cocina. Haz el favor de tomarlo y echarlo al basurero”.

El niño continúa jugando con sus juguetes en lugar de obedecer. Cinco minutos mas tarde, sale corriendo para el patio a jugar, pero se olvidó de tomar el saco de basura que estaba en la cocina. ¿Escuchó él la orden de su padre? Él tuvo percepción del sonido o voz (sus oídos captaron el sonido de las palabras) de lo que se dijo. Pero en el sentido bíblico, no escuchó, pues no “actuó sobre” lo que oyó o no “obedeció” lo que se le ordenó.

1) La Desobediencia Impide El Crecimiento. A menudo actuamos de igual manera cuando Dios nos habla. Continuamos haciendo lo que nos mantenía ocupados y hacemos caso omiso de lo que Dios nos dijo. Luego, nos preguntamos el por qué no recibimos crecimiento en la fe. La fe no ha sido liberada y no puede crecer hasta que no se ponga en acción.

Cada vez que escucha y actúa, toma otro paso de fe. En el momento en que desobedezca la palabra de Dios para su vida, su crecimiento en fe se detendrá en ese nivel. Dios siempre le traerá de regreso nuevamente a tal nivel antes de que le lleve adelante en su desarrollo de la fe.

En otras palabras, Dios siempre le pedirá que retorne al lugar donde dejó su primer amor, a que lo recoja y comience a caminar desde ese punto hacia adelante. En efecto, Él le dice: “El que recibe mi Palabra y la guarda [el que actúa sobre ella], esa es la persona que me ama”. Por lo tanto, su fe no puede crecer mas allá de su obediencia ¡Esa es una ley inmutable de la fe!

Recuerde, usted va de gloria en gloria y de fe en fe. Así que, necesita comenzar donde está con lo que tiene, en el presente.

2) Comience Donde Está. Usted no echa fuera una legión de demonios hasta que primero no lance fuera uno. En otras palabras, usted no se extiende hacia afuera para hacer algo más allá de su nivel de fe, tratando de ir de una fe simple hasta una completamente madura, de un salto. Eso no trabaja de esa manera.

La fe crece por medio de una serie de pasos progresivos. El Apóstol Pablo tuvo que esperar 14 años, hasta que su fe creciera y, luego, salir en esa dimensión más elevada de fe y cumplir el llamamiento de Dios (Ga 2:1). El desarrollo de su fe tenía que ser del mismo tamaño o igual a los problemas y retos que afrontaría en su ministerio misionero.

A medida que su fe crece, su habilidad para confiar en Dios crece. Años atrás, mi esposa y yo comenzamos a vivir por fe, confiando en Dios para que nos supliera 8 dólares semanales para nuestras necesidades. Nuestra fe ha crecido con los años en pasos progresivos; hoy, en nuestra dedicación o consigna misionera a la institución de World MAP confiamos en Dios para que supla millones de dólares para el sostenimiento de un ministerio mundial. Comenzamos donde estábamos con lo que teníamos (menos de diez dólares), y confiamos en Dios. Luego, nuestra fe comenzó a crecer, a medida que actuamos sobre Su palabra hacia nosotros.

3) No Imite A Otros. Una palabra de advertencia aquí es la siguiente: “Nunca trate de actuar sobre la Palabra de Dios, para imitar a otra persona”. Usted no puede imitar la fe de otra persona. Algunos han tratado de imitar grandes ministerios de sanidades con resultados desesperados y trágicos a veces. Otros creyentes han tratado de seguir los pasos de fe de otros, y han tropezado y caído a tierra.

No obstante, cuando la Palabra de Dios viene a su vida y usted actúa sobre ella, cosas suceden.

Hace unos cuantos años estuve visitando México con un hermano panameño llamado Noel de Sousa.

Un día me llevó a visitar el hogar de un hermano que se había descarriado para que orara por él. A medida que oraba por este varón la Palabra de Dios vino sobre mí: “Si no se arrepiente, se muere”.

¡Qué mensaje para ser entregado a un hombre que estaba enfermo en cama! Pero esa fue la Palabra de Dios: “arrepiéntase o morirá”, eso mismo fue lo que le dije al enfermo. No sabía que su esposa había estado orando por él durante años para que se arrepintiera y volviera al Señor. No obstante, cuando la palabra de Dios vino sobre él, se derritió bajo el poder de convicción y comenzó a llorar como un niño arrepentido e implorando al Señor que entrara a su corazón, y así lo hizo.

Lo siguiente que pasó fue que la Palabra de Dios vino sobre mí diciendo: “Dile que se levante y ande en el Nombre de Jesús”. El hermano Sousa tradujo la palabra de autoridad al español. Mientras extendía mi mano para levantarle, él salió de su cama, levantó sus manos al cielo y danzó alrededor del cuarto, regocijándose y alabando al Señor. Más tarde, me enteré que la condición de este varón era tan grave que el doctor había dicho que si solamente se volteaba sobre su camastro, moriría. Si yo hubiera sabido tal cosa, quizás habría vacilado un poco en obedecer la orden del Señor en levantarle de la cama. Pero la Palabra del Señor vino, yo fui obediente y el enfermo se levantó de la cama completamente sano. Si yo hubiera extendido mis manos y levantado a aquel hombre en un acto de presunción o para imitar la fe de otro, lo habría matado conforme a lo que dijo el doctor.

Luego, podemos ver que un espíritu obediente es la clave hacia una fe creciente.

Hemos notado que la fe no puede crecer sin que haya obediencia. Siendo “que la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”, no podemos crecer en fe hasta que hayamos escuchado sobre lo que Dios nos ha hablado.

Hemos señalado que Dios no espera ni quiere que nosotros vayamos de una fe tipo semilla, hasta una fe que mueva montañas de un sólo salto, sino que desea que nuestra fe vaya desarrollándose, siguiendo una serie de pasos y, de esa manera, nos iremos moviendo de fe en fe.

Dios comienza con nosotros donde estamos, con la medida de fe que Él nos ha regalado. Confíe y actúe sobre la Palabra para usted con un espíritu obediente. Luego, verá esa semilla de fe que tiene, creciendo como un grano de mostaza hasta convertirse en un árbol hermosamente desarrollado de fe produciendo muchos frutos preciosos.

c. La Luz Del Sol: Un Dios Amante. Otra de las cosas esenciales o básicas para el crecimiento de la fe es el amor. Ga 5:6. Ya descubrimos en Ro 10:17. Así que, nosotros resumimos los tres ingredientes para el crecimiento de la fe como sigue: Escuchar, Obedecer y Amar.

1) Obediencia: La Prueba Del Amor. En Jn 14:21 Jesús trata con la interrogación del amor con la obediencia. La obediencia es la prueba del amor y el criterio del amor. Jesús continúa diciendo: Jn 14:23-24

Escuchamos Su palabra que nos habla, y debido a que le amamos, actuamos sobre lo que oímos. Si no obedecemos, entonces, es porque no le amamos y por ello la fe no puede operar. Sin el ejercicio de la fe, no puede haber crecimiento de fe, por lo tanto, la fe crece de nuestro amor por Jesús, en respuesta al escuchar la Palabra del Señor.

C. LA FE CRECE POR EL OIR

Cuando las Escrituras dicen: “la fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios”, se refiere a la experiencia subjetiva mediante la cual Dios nos habla. Ya sea a través de un versículo real en la Biblia o por lo que habló a los profetas del Antiguo Testamento, lo cierto es que Él habla.

Los profetas escucharon audiblemente o a través de la tierna voz en su interior o por sueño, por visión, por visitación angelical o a través de la boca de un siervo ungido; de cualquier modo, Dios se comunicó con ellos, esa comunicación es a lo que la Biblia llama ” La Palabra de Jehová Dios”.

1. Dios Habló Entonces

a. La Palabra Escrita. Lo que conocemos como la Palabra de Dios escrita [de la Escritura]; y

b. La Palabra Hablada, o sea la palabra viviente de Dios. Necesitamos conocer la diferencia entre ambas a fin de entender mejor lo que significa escuchar la Palabra de Dios.

Pablo no está meramente hablando acerca de las Escrituras o Palabra de Dios escrita cuando dice: “ La fe viene por el oír la Palabra de Dios”.

Hch 17:11 sostiene este punto. Como se usa en este versículo, “las Escrituras” se refieren a los libros del Antiguo Testamento, desde Génesis hasta Malaquías. Todavía no tenían el Nuevo Testamento. Éste apareció un siglo más tarde. Por lo tanto, “la Palabra” y “las Escrituras” en este contexto no son la misma cosa. “La Palabra” era el mensaje ungido predicado por los Apóstoles. “La Escritura” era el Antiguo Testamento. Ellos “recibieron la Palabra y escudriñaban las Escrituras”.

En 1Ts 2:13, vemos un ejemplo adicional de la Palabra hablada de Dios, a diferencia de la Palabra escrita.

Aquí, “la Palabra de Dios” se refiere a aquello que fue predicado y proclamado a través de las bocas de hombres ungidos de Dios. Y fue recibida como la Palabra viviente directamente de Dios.

Cuando Pedro le dijo al ciego que pedía limosna frente al Templo la Hermosa en Hch 3:6, lo que habló fueron palabras vivas que produjeron la sanidad del cojo. Para el cojo tales articulaciones vinieron a ser “la Palabra de Jehová Dios” a través de la boca de un instrumento humano, un siervo ungido del Señor.

2. Dios Habla Hoy

Dios todavía habla hoy por medio del Espíritu Santo y a través de Su palabra escrita, mediante sus siervos ungidos y por medio de señales sobrenaturales tales como sueños, visiones, seguridad interna, Providencia Divina o circunstancias. Dios nunca nos habla en una experiencia subjetiva para contradecir Su palabra escrita.

Cualquier experiencia de tal índole tiene que ser juzgada por las Santas Escrituras y estar en armonía con ellas.

Necesitamos abrir nuestros corazones para recibir la Palabra del Señor no sólo de la Biblia, sino también de los demás canales por medio de los cuales Dios habla.

a. Escuche Su Voz. La amonestación repetida siete veces en Apocalipsis 2 y 3, es para que nosotros la atendamos en este tiempo: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Note el uso del tiempo presente continuamente: dice, significa “escuchar lo que el Espíritu dice y continúa diciendo”.

Este mismo tiempo es usado por Jesús en Mateo 4:4: “… No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale [tiempo presente continuo] de la boca de Dios”.

Vivimos no sólo por lo que Dios ha hecho en Su Palabra escrita, sino también por la palabra que (tiempo presente) “sale y continúa saliendo de la boca de Dios”.

Caminamos por la vida escuchando y obedeciendo La Palabra que sale de la boca del Señor por cualquier medio que Él escoja hablarnos tal palabra. Cuando rehusamos aceptar que Dios puede hablarnos a través de otros medios diferentes a las páginas escritas de la Biblia, es posible que nuestra comunicación con Él quede interrumpida, y la muerte espiritual comience su proceso de destrucción.

b. No Rechace su Voz. Cuando Dios habló a los israelitas, He 12:19. Cuando ellos rechazaron la voz de Dios, perdieron fe y fueron encerrados bajo La ley.

He 12:25. Muchos hoy están caminando sobre los extremos peligrosos de tal rechazo “si desecháremos al que amonesta”. Algunos enseñan que los días de los milagros ya pasaron. Están tratando de vivir por lo que Dios dijo, y rehusando escuchar lo que Él está diciendo. Por consiguiente, están rechazando al Dios de milagros. Tales personas vivirán en una fe inmadura o sin desarrollo, pues tratan de bajar las Escrituras hasta su nivel de experiencia más bien que elevar su experiencia hasta las Escrituras.

Si deseamos crecer en fe, nuestros corazones y oídos tienen que estar atentos para oír Su voz. Tenemos que creer que la palabra de Dios puede venir sobre nosotros hoy. Debemos aceptar la dirección de la Voz del Espíritu en armonía con las Escrituras, las cuales, nos comunican su voluntad.

Si no rechazamos Su voz (como los hijos de Israel), mas la escuchamos y obedecemos, la fe será aumentada en nuestras vidas.

c. Esté Listo Para Su Voz. No necesitamos estirarnos para escuchar Su voz, no necesitamos pasar por toda suerte de ritos y ceremonias para que Dios nos hable. Dios puede y a menudo nos habla cuando menos lo esperamos.

Una de las palabras más importantes del Señor para mí vino una mañana en el estado de Nuevo México, estaba en uno de los baños mientras me estaba doblando para lavarme las manos y el rostro, para luego salir a desayunar. Repentinamente escuché la voz de Dios.

En otra ocasión salía para el servicio del domingo en la mañana. Mi mente estaba pensando acerca del viaje a casa. Sin esperarlo Dios me dio una “Palabra de Sabiduría” para un miembro de la iglesia que resolvería un problema muy serio en su vida.

d. Póngase A Tono Con Su Voz. Existe la capacidad en Dios para hablarnos a través de Su Espíritu Santo directamente del Cielo. Y existe en nosotros la capacidad para escuchar a través de nuestro espíritu cuando Él habla.

Pablo dice que el hombre está compuesto de espíritu, alma y cuerpo (1 Ts 5:23). El espíritu es aquella parte interna del hombre que está consciente de Dios. Él alma (intelecto, voluntad y emociones) es aquella parte interna de nosotros que es auto conciente. El cuerpo (respondiendo a través de los sentidos) es esa parte de nosotros que nos hace conscientes del mundo. Así que, debido a que somos espíritu y a que Dios es Espíritu, podemos tener comunicación.

Por ejemplo, en un cuarto entran cientos de señales de sonido que son transmitidas desde estaciones de radio y televisión. Pero no podemos escuchar los sonidos a menos que sintonicemos la radio o la televisión.

Tan pronto como sintonicemos el aparato con la estación, tales sonidos son transmitidos de manera audible [sonora] y visible. De la misma manera, podemos “sintonizarnos” con Dios y recibir sus señales, algunas de las cuales son audibles o sonoras y visibles.

1) El Ayuno Agudiza Sus Oídos. Una de las maneras en las que podemos agudizar nuestra recepción de las señales de Dios, es a través del ayuno. Esto es semejante a sintonizar bien una estación de radio.

Cuando Jesús enseñó a Sus discípulos acerca de sus necesidades de crecer en fe, Él enfatizó (Mt 17:21) que la oración y el ayuno a menudo eran la clave hacia una fe mayor. El ayunar es una ayuda para aumentar la fe cuando nuestro motivo es acercarnos a Dios a fin de poder escuchar mejor Su palabra para nuestras vidas.

2) El Ayunar Puede Ser Peligroso. El concepto de que uno puede voltear el brazo de Dios por medio del ayuno, obligándole a hacer algo que no quiere hacer, es totalmente erróneo.

Si el ayunar se convierte en una obstinación y es de motivo cuestionable, usted puede abrir las puertas para dar entrada a los espíritus del error. Recuerde que durante el ayuno de los cuarenta días, Jesús tuvo un encuentro con el diablo. Si usted está orando y ayunando para poder hacerse famoso o por otras razones equivocadas, usted está corriendo el riesgo de que los demonios del engaño vengan sobre usted. No obstante, Jesús no estuvo en el desierto por Su propia obstinación o voluntad propia para ayunar 40 días. No fue porque Él decidiera obligar a Su Padre para que exhibiera su poder sobrenatural para probarle al mundo Sus dinámicas. Él estaba allí porque había sido impulsado por el Espíritu para ayunar. La escritura de Marcos 1:13 nos dice que: “los ángeles le ministraron” usted necesita el ministerio de los ángeles en un ayuno de 40 días.

Sé de tres personas que han muerto en un ayuno de 40 días. Sin duda alguna que no fueron dirigidos por el Espíritu, sino más bien por la obstinación carnal o humana. Ningún ayuno extenso en la Biblia, ha sido iniciado por la voluntad humana, sino siempre por la providencia divina.

Por ejemplo, Moisés (Ex 34:28) y Elías (1 R 19:8) ayunaron 40 días y 40 noches; no obstante, Dios fue quien inició tales ayunos y no ellos.

Algunos han sobrevivido un ayuno de 40 días, pero al final, ya no tenían más fe que cuando comenzaron. Conozco de otros que, por el contrario, Dios los dirigió en un ayuno de 40 días. Siendo que estaban obedeciendo a una iniciativa divina, fueron preservados. Fue de esa manera que se encontraron con Dios y pudieron entrar dentro de un ministerio genuino del Espíritu Santo.

Un peligro muy real que puede ser afrontado en un ayuno de 40 días de parte de un creyente egocéntrico y obstinado, es el contacto con los demonios. El desear poder y unción para alimentar el ego o auto arrogancia, resultará en que tal persona quede accesible a tener contacto con cualquier espíritu (ya sea del bien o del mal); y subsiguientemente al poder de Satanás.

El espíritu humano puede comunicarse mucho más fácil con el Espíritu Santo durante el ayuno. No obstante, será también más susceptible y sensible a los espíritus del error, así como al Espíritu Santo. Pero estará en terreno seguro si su motivo es acercarse más a Dios.

Si es dirigido por el Espíritu de Dios puede allegarse a Dios muchas veces por medio de ayunos más cortos. El hecho de apartarse durante una semana, dos o tres para orar y esperar en Dios, le ayudará mucho.

3) El Ayuno Necesita La Motivación Correcta. La motivación en el ayuno deberá ser pesada cuidadosamente. Algunos son motivados para poder alcanzar poder y unción prematuramente y son destruidos en lugar de edificados. La senda del Ministerio de Milagros está salpicada de naufragios de hombres que fueron impulsados por la codicia de recibir poder (por obstinación propia). Ellos no tenían preparación en sus corazones para tratar con el mismo, ni para manejarlo después que lo recibieron, así que, eventualmente tal poder los destruyó, la unción es algo muy peligroso.

Si tuviéramos poder ilimitado a la disposición, saldríamos fuera y haríamos muchas cosas que Dios no querría que hiciéramos; al hacerlo, violaríamos toda suerte de principios divinos y haríamos muchas cosas necias que nos perjudicarían y destruirían la obra de Dios en el proceso. Cuando Dios habla, siempre es una expresión de Su voluntad. Cuando sabemos lo que Él quiere que se haga, la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Esta es una fe segura.

D. LA FE CRECE POR MEDIO DEL HABLAR

La fe segura está basada sobre el escuchar, obedecer y amar. Abrimos nuestro espíritu a la Voz del Señor mediante la demostración de un corazón apto y sensible para oír y obedecer debido a que le amamos y Él nos ama. Es debido a tal amor que la fe obra. De otra manera, la fe es suprimida y deja de crecer.

Así que, el oír, obedecer y amar son los tres ingredientes centrales para el crecimiento de la fe. A esto podemos agregarle un cuarto ingrediente esencial: Hablar.

1. La Fe De Dios

En Marcos 11:22 y 23 Jesús les enseñó a sus discípulos “…tened fe en Dios”. La traducción literal es la siguiente: “tengan la fe de Dios... porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte...” la implicación aquí es que la fe de Dios es una fe que habla.

En el primer capítulo de Génesis, Dios dijo: “Sea la luz; y fue la luz”. Dios dijo: “Sea...” y fue. La fe de Dios es una fe que dice o habla, que articula palabras.

La fe que habla o dice es una más elevada que la fe que pide. Se necesita fe a fin de pedir, pero existe una fe que va más allá de la que pide: la fe que habla o dice. “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”. El griego original dice: “Cualquiera que cree en lo que dice, sucederá; tendrá cualquier cosa que diga”.

2. Hable Lo Que Dios Diga

El progreso y crecimiento de la fe, están relacionados con lo que usted diga o hable en palabras que salgan de su boca.

Pr 4:20-22. Si usted recibe las palabras de Dios y las declara o dice, vienen a ser vida y salud para su vida.

Pr 6:2. Salomón hace bien claro que lo que decimos puede ser de maldición o de bendición para nosotros, declara directamente en Pr 18:21.

Después de haber enfatizado en Pr 10:11, Salomón nos dice que podemos ser atrapados (enlazados) o liberados con las palabras que hablamos.

La fe encuentra su expresión a medida que comenzamos a decir: “Esto es lo que Dios ha dicho”.

Ap 12:11 habla de una compañía de santos que “le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio…”: es decir, su confesión hablada. El diablo es impedido cada vez que confesamos lo que Dios dice.

Pablo conocía el poder de la palabra hablada, y nos recuerda en Ro 10:8-10. La palabra “salvo” en el versículo 9 viene del vocablo griego sozo, que es traducido al Español con la expresión: “serás salvo”. En otro pasaje, en el Nuevo Testamento, esta misma palabra significa... ”serás sano”; y en otro: “tus pecados te serán perdonados”.

“Sozo” es un término que el Espíritu Santo escogió para expresar todos los beneficios de redención que están disponibles para todos los hijos de Dios. Todo lo que el Calvario provee es apropiado por nuestra confesión.

3. Crea Lo Que Dice

Recibiremos lo que decimos en el momento en que afrontamos una situación, es decir, la respuesta en nuestro corazón es expresada por nuestra boca y hablamos lo que creemos. Jesús amonestó a los fariseos en Mt 12:34-37.

Al primer síntoma de enfermedad, lo confesamos, no lo dudamos, lo creemos y recibimos la sanidad. Algunas personas solitarias y tristes, utilizan la enfermedad para conseguir la atención y simpatía. Sus vidas están erigidas alrededor de la atención que puedan conseguir durante una enfermedad particular. La poseen por fe y la retienen por fe, confesándola cada vez que viene un día nuevo y cada vez que se va.

En el lado positivo, esto puede obrar a nuestro favor también cuando entendemos el principio. Si confesamos con nuestra boca lo que Dios dice creyendo en nuestro corazón, tendremos lo que decimos o pedimos.

Si la Palabra de Dios encuentra alojamiento en nuestro corazón y la abrazamos inmediatamente, confesamos la victoria en lugar de la derrota cuando se nos presente el reto. Entonces, recibiremos lo que pedimos: ¡victoria!

4. Ejemplos De Hombres Que Hablaron Por Fe

a. Abraham. Podemos ver este principio de la confesión positiva de fe en el registro bíblico de Abraham en Ro 4:17-22. Dios le había prometido a Abraham que sería el Padre de muchas naciones; aunque Abraham estaba cerca de los cien años y lejos de procrear hijos, su fe no era débil. Su fe tampoco vaciló ante la esterilidad de la matriz de Sara. “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios”.

Esto significa que anduvo positivamente alabando a Dios por todas las cosas que le había prometido, confesando lo que Él había dicho y dándole la gloria.

Abraham había escuchado la palabra de Dios y “plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”, dio expresión verbal a aquella palabra que moraba en él.

Probablemente dijo: “¡Aleluya! Dios me prometió un hijo y creo que voy a ser padre de un hijo. A pesar de que tengo cien años de edad y Sara 90, aún así vamos a tener un hijo. ¡Gloria a Dios!”. Debido a que Abraham confesó la palabra de Dios en lugar de las circunstancias, “...su fe le fue contada por justicia” (v 22).

b. Dios. Ro 4:17. Cuando Dios dice que algo “es”, aunque dé la apariencia de que “no lo sea”, Él cree que lo “es”. Dios no tiene duda en Su corazón, y lo que dice, eso es exactamente lo que sucede.

Si Dios hace esto, ¿Acaso no deberíamos nosotros hacerlo también? ¿No deberíamos nosotros, quienes somos los hijos de Dios, hacer lo que Dios hace? Si Su palabra ha venido a nosotros, entonces, deberíamos.

c. Jesús. En este mismo momento, Jesús Mismo está sentado en fe, llamando aquellas cosas que al parecer no son, como que son. Dios el Padre le dijo a nuestro Señor Jesús: Sal 110:1. Jesús ha tenido esa promesa desde la eternidad. La Biblia dice que Él está sentado a la diestra del Padre, esperando en fe que sus enemigos sean puestos por estrado de Sus pies.

Él continúa en Su ministerio de fe, y está sentado reposando, sabiendo que Él verá el fruto de Su fe manifestado sobre esta tierra, aunque la promesa de tal obra tome siglos.

5. Tome Su Posición En Fe.

Usted también puede tomar una posición en fe por lo que dice y habla. Cuando usted conoce la voluntad de Dios puede llamar algunas cosas “que no son”, como “si lo fueran”. Finalmente, usted puede verlas cumplidas en su vida.

Si usted acepta la palabra de Dios para su vida, usted puede pararse firme y confesar tal palabra (así como lo hizo Abraham) frente al rostro de los demonios, de las opiniones negativas, de las circunstancias y toda oposición que afronte. (Jer 1:12): “… apresuro mi palabra para ponerla por obra”.

Dios está esperando por usted para que reciba la Palabra en su boca y la articule con poder, creyéndola en su corazón.

a. Su Abogado. La clave para entender el poder de la confesión hablada (oral) está en Hebreos 3:1: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús”. (Profesión es el mismo término griego que “confesión” o “testimonio”). ¡Jesús es el Sumo Sacerdote de lo que usted dice! Cuando descubrí esta verdad un día mientras leía en Hebreos, repentinamente vi la escena en el cielo. Jesús estaba allá en la presencia de Dios como Sumo Sacerdote de lo que decía.

La escena se extendió, y vi delante de mí una Corte con Dios el Padre, el Juez de toda la tierra, sentado detrás del juzgado. A cada lado de la plataforma del testigo estaban el fiscal y el abogado defensor, escuchando atentamente el testimonio del acusado.

b. Su Acusador. El fiscal, como sabrá, es el “acusador” o el diablo. En Apocalipsis 12:10, es descrito como el acusador de los hermanos ante Dios, día y noche.

En el primer capítulo de Job, Satanás ascendió al cielo junto a los hijos de Dios para ir ante Él, y esperaba por la oportunidad de poder acusar a Job. En todos los tormentos y pruebas que Job sufrió como resultado de la acusación del diablo, él nunca culpó a Dios ni cuestionó Su soberanía; tampoco pecó con sus labios (Job 2:10).

Cuando todo lo que Job tenía le fue arrebatado, él cayó sobre su rostro y adoró a Dios. Nunca le dio al diablo ninguna confesión errónea para minar el propósito divino en tal prueba.

c. Su Ayudante. En ese escenario de la corte, Jesús es el Abogado Defensor. 1Jn 2:1.

La palabra para “abogado” es “intercesor, defensor” en términos modernos del idioma Español. La raíz griega es paracleto, que es traducida “Consolador” en Juan 14:16, que a su vez significa “uno que es llamado para acompañar a otro para serle de ayuda”.

Jesús dijo Jn 14:16-17. Esto significa que no sólo tenemos un abogado con el Padre en el cielo, “a Jesucristo el Justo”, sino que también tenemos a un Consolador aquí en la tierra: al Espíritu Santo. Estamos muy bien representados en la corte donde Dios es el Juez supremo.

d. Su Testimonio. Ahora podemos aplicar esta escena de la corte o juzgado. Sentado sobre la silla del testigo, aparece el acusado: USTED; Jesús es el Abogado Defensor; Satanás es el fiscal; y Dios el Padre es el Juez. Todos los presentes esperan escuchar que USTED de su testimonio; al alegar su caso, su testimonio es el arma mayor que el Abogado Defensor (Jesús) utilizará contra el acusador (el diablo). Lo que usted diga determinará el resultado final de su caso, su abogado presentará su caso ante el Juez, basado en su testimonio positivo y firme. El fiscal, de la misma manera, presentará sus acusaciones ante el Juez, basadas en cualquier declaración contradictoria de su parte.

Tanto el Abogado Defensor (Jesús), como el fiscal (el diablo), trabajarán con lo que usted diga. Usted deberá exponer ante Jesús, el Sumo Sacerdote de su confesión, un testimonio que Él pueda utilizar en su defensa.

Su profesión debe ser una buena confesión de fe. Si da una confesión negativa, estará cargando el arma del diablo para disparar al rostro de Dios.

Dios el Juez puede absolverlo, preservarlo y protegerlo únicamente al escucharle decir lo que Él Mismo dice. Lo que Dios dice es siempre la verdad. Si usted dice lo que Dios dice, entonces, respaldará Su Propia Palabra para ponerla en ejecución.

6. La Victoria Está En Su Boca

Usted dice lo que Dios dice, y de seguro vencerá al diablo “por la sangre del Cordero y la palabra del [su] testimonio”. Parafraseando: “Si usted confiesa con su boca, será librado; Será salvo; Será sano”.

Todas estas cosas maravillosas que están en el plan de redención son suyas a través de su confesión.

Hay poder genuino en lo que usted dice: su confesión le guiará a la victoria.

E. CONCLUSIÓN

A medida que usted repite la palabra de Dios y aprende a andar por fe y no por vista, su fe aumenta.

La fe viene por el oír la palabra de Dios, obedeciendo lo que ha escuchado con un corazón lleno de amor por Él y confesando en la cara del adversario exactamente lo que dice Su palabra.

Hemos aprendido de este estudio que nuestra fe va en aumento cuando hacemos uso de estos cuatro elementos: Oímos, Obedecemos, Amamos y Hablamos.

Por consiguiente, unámonos con Abraham y “…fortalezcámonos en la fe dando gloria a Dios, plenamente convencidos de que Dios poderoso para hacer todo lo que nos ha prometido” (Ro 4:20, 21).

La fe de Abraham no era una fe suplicante (que pide o solicita), sino una fe parlante (que dice, habla, articula, confiesa). Él escuchó la palabra que Dios había dicho. Él actuó en obediencia a la misma. La obedeció en un acto de amor. Habló aquellas cosas que “...al parecer no eran”, y que en realidad eran. Es vital que excitemos nuestra fe y la hagamos crecer por medio de practicar continuamente estos principios: ¡Oír!, ¡Obedecer!, ¡Amar! y ¡Confesar!

CUESTIONARIO a entregar

1. ¿Cuál es el antídoto de la incredulidad?.

2. ¿Qué dice la traducción de Waymouth de Lucas 17:6? .

3. ¿Por qué los discípulos no pudieron sanar al muchacho de Mt 17:16? .

4. ¿Qué significa el término “medida”? .

5. ¿Cuáles son las dos clases de fe que existen? .

6. ¿Qué es lo que hace que la fe crezca? .

7. ¿Qué simboliza el terreno? .

8. ¿Qué significa el término escuchar en Ro 10:17? .

9. ¿Qué impide el crecimiento? .

10. ¿Cuál es la ley inmutable de la fe?

11. ¿Cuál es la prueba del amor?.

12. ¿Cuál es a menudo la clave hacia una fe mayor? .

13. ¿Qué ocasiona a que una persona quede accesible a tener contacto con cualquier espíritu (ya sea del bien o del mal)? .

14. ¿Cuál es una fe segura? .

15. ¿Cómo crece la fe?

16. ¿Cuándo es impedido el diablo? .

17. ¿Cómo nos apropiamos de todo lo que el Calvario provee? .

18. ¿Qué sucedió debido a que Abraham confesó la palabra de Dios en lugar de las circunstancias? .

19. ¿Cuál es la palabra griega para “abogado”? .

20. ¿Dónde está la victoria?